La crisis del PP, teóricamente saldada en el Congreso de Valencia, ha dado su penúltimo coletazo en Madrid. La perdedora del Congreso, las derrotas en política siempre son temporales y rara vez definitivas, ha decidido dar un golpe de mano y cesar a cinco consejeros de su Gobierno.

Nos equivocaríamos si en esta remodelación del gobierno quisiéramos ver sólo una venganza política. Incluso en el caso del exconsejero Prada, sería torpe no reconocer que el conflicto de la Administración de Justicia y, sobre todo, su intento de hacer valer su Vicepresidencia para firmar un Acuerdo con los Empleados públicos, sin conocimiento de los Consejeros de Sanidad, Educación o del propio vicepresidente Primero, inmediatamente desautorizado por el Gobierno Regional, que ha desencadenado un conflicto aún no cerrado con los sindicatos, ha debilitado su influencia en un Consejo de Gobierno que no soporta dos gallos en el mismo corral. Eso, además de su entrada en el equipo de Rajoy.
El caso Lamela, también denominado Severo Ochoa, había quemado políticamente en Madrid a un consejero de Sanidad que cambió al Área de Transportes a la espera de la primera remodelación en el horizonte. Su salida del Gobierno era cantada en todos los mentideros políticos. Aunque algo de razón habrá en su entrada en el equipo de Rajoy, también ha entrado Güemes, actual Consejero de Sanidad, y no por ello ha sido despachado. Además, todo parece indicar que Lamela buscaba nuevos horizontes más en consonancia con los emprendidos por su mentor y padrino, Rodrigo Rato. Qué menor destino que una entidad financiera como Cajamadrid, donde el compañero de pupitre de Aznar, Miguel Blesa, lleva demasiado tiempo jugando con varias barajas, sin desairar a unos ni a otros, independientemente de la banda del PP a la que pertenezcan.
Los casos de la Consejera Gador Ongil, que se encargaba de temas como la Atención a las situaciones de dependencia, o centros de personas con discapacidad, no ha bastado echar la culpa a Zapatero para obviar que Madrid lleva un retraso alarmante en la aplicación de la nueva Ley de Dependencia. Pero tanto ella como Beatriz Elorriaga, que tampoco se ha lucido ordenando el territorio autonómico, como no lo hizo antes en los Servicios Sociales, no salen por díscolas y merecen el premio de pasar a un cómodo cargo de senadoras por Madrid. Los Elorriaga se han caracterizado por poner reparos al “marianismo” y su salida no debe leerse en clave de vendetta interna, sino en la búsqueda de mayor concentración de poder en la vieja guardia.
Fernando Ferry no cae por el lío montado con la liberalización de horarios comerciales. A fin de cuentas no es idea suya sino de la propia Presidenta. De nuevo, no es un hombre lo suficientemente duro para concretar la hacienda pública con los complejos intereses económicos que se mueven en Madrid.
La venta de una remodelación para ahorrar dinero no se sostiene, cuando los gastos en propaganda o en cargos de confianza son incomparablemente mayores que mantener tres consejeros más o menos.
La explicación de que nos encontramos ante una vendetta política interna es una versión parcial de los hechos. Un Gobierno para tiempos de crisis puede esconder que Madrid ha sido motor de un modelo económicos español que ha entrado en crisis.
Desde CCOO creemos que es competencia exclusiva del partido que gobierna la designación del equipo de gobierno y, en ese sentido, sólo resta indicar que, ante una situación económica como la que empezamos a padecer, con consecuencias directas sobre el empleo y la calidad de vida de las madrileñas y madrileños, necesitamos un Gobierno dispuesto a volcarse en estabilizar la economía, consolidar el tejido productivo y de servicios. Asegurar las rentas salariales de las familias evitando la pérdida de puestos de trabajo. Fortalecer los servicios públicos de empleo y promoviendo la estabilidad y cualificación de los trabajadores.
Crisis económica significa también menos ingresos fiscales menos dinero en manos de las Administraciones. El Gobierno Regional debería asegurar que más crisis no significa menos recursos para la protección social y, por lo tanto, agudización de los conflictos sociales y menor cohesión de la sociedad, lo cual pasa por fortalecer los servicios públicos y en eso no le luce el pelo al gobierno Regional.
Eso es lo que nos preocupa a CCOO, porque un gobierno, del color que sea y con la composición que tenga, tiene la misión de velar por un crecimiento sano, un empleo estable y el bienestar de los ciudadanos. Por lo demás, crisis, ahorro, vendettas internas, son explicaciones parciales. Por sus hechos los conoceréis y serán esos hechos lo que valoraremos.
Francisco Javier López Martín
Secretario General
CCOO de Madrid