
Madrid ha creado mucho empleo a lo largo de los últimos años, es cierto. Casi 500.000 afiliados más a la Seguridad Social desde 2003. El problema es que el número de trabajadores con contratos temporales ha crecido en una cifra muy similar, por lo cual, en la práctica, hemos visto crecer la temporalidad hasta casi e 24 por ciento. Ciertamente una temporalidad seis puntos porcentuales por debajo de la media nacional, pero muy superior a la media europea.
Ahora, cuando los efectos de la crisis comienzan a afectar a nuestra Comunidad, el crecimiento del desempleo se sitúa también muy por encima de la media nacional. Comenzaron siendo los trabajadores de la construcción, siguieron los de los servicios y empezamos a padecer los efectos en la industria. Con una bolsa de temporalidad en a que se encuentran uno de cada cuatro trabajadores, es injustificable demandar más flexibilidad para el despido, porque dicha flexibilidad es un hecho por la vía de la no renovación de contratos temporales.
Las mujeres, los jóvenes, los inmigrantes, son las primeras víctimas de esta estructura del empleo que no cuida la estabilidad y cualificación de los trabajadores, sino los altos beneficios en el corto plazo, con pocas inversiones y sin valorar eso que algunos denominan «capital humano», aunque luego reconocen, en un ejercicio de cinismo políticamente correcto, que ese “capital humano” es el mayor bien de un país, estado o nación.
Para CCOO es el momento de apostar por el fortalecimiento de los servicios públicos de empleo. El momento de apostar por un modelo de crecimiento económico que genere empleo estable, seguro, con derechos. Empleo cualificado, bien formado, para crear productos y servicios de calidad, porque en la calidad estará la diferencia entre quienes salgan de la crisis antes y después, con mayor o menor fortaleza de cara al futuro. No es en China o en la India donde debemos buscar los modelos de competitividad, sino en los países de nuestros vecinos europeos. En su modelo económico y social.
La región madrileña presenta un modelo desequilibrado de crecimiento que dificulta nuestra reacción en momentos de crisis y hace que caigamos más y más deprisa. La alta presencia de microempresas, la atomización del tejido industrial, la insuficiente cooperación empresarial, el crecimiento urbanístico depredador como motor principal, el alto consumo y dependencia energética, la ínfima inversión empresarial en Investigación+Desarrollo+innovación. Un modelo que genera empleo de baja calidad para mujeres, jóvenes e inmigrantes, alta temporalidad, diferencias retributivas importantes, trabajadores con salarios muy bajos y altas tasas de siniestralidad laboral.
De nada sirve culpar permanentemente al Gobierno de España. De nada sirve entregarse a las recetas «neocón», a las bajadas de impuestos, a la facilidad del despido, a las ayudas de papá Estado o mamá Comunidad Autónoma. De nada sirve seguir inaugurando y poner cara de velocidad.
En septiembre la lideresa Aguirre tendrá que elegir la senda del diálogo o la de la confrontación, a sabiendas de que lo que haga será leído como su forma de entender la política si gobernase España. Esperemos que cuando Zapatero ha abierto las puertas al diálogo con empresarios y sindicatos, la presidenta madrileña no entienda, simplista y mecánicamente, que alternativa, alternancia, dentro y fuera de su partido, pasan por el hecho de que en Madrid haya que hacer todo lo contrario de lo que hagan los socialistas en España y hasta lo contrario que Rajoy en el PP.
Francisco Javier López Martín
Secretario General de CCOO de Madrid