Hace ya algunos siglos que conocemos la relación entre el trabajo y la salud. Que las condiciones de trabajo son origen de muchos problemas de salud no es nada nuevo. Sabemos que el trabajo puede ser un promotor privilegiado de salud si se realiza en condiciones óptimas, puede permitir estructurar el tiempo, establecer relaciones con otros individuos, desarrollar una actividad creativa, adquirir una identidad social o garantizar una seguridad personal y familiar duraderas.
Por otro lado, la actividad laboral conlleva la exposición durante una parte sustancial de la vida a factores de riesgo muy diversos, con efectos inmediatos y diferidos sobre la salud y el bienestar del trabajador. Las lesiones del trabajo, los problemas osteomusculares, las alergias, el envejecimiento precoz o el cáncer son ejemplos de alteraciones cuyas causas se pueden encontrar en las condiciones de trabajo. La gran mayoría de estas lesiones son legalmente consideradas enfermedades profesionales.
Y este es el tema que nos ocupa hoy. Somos conscientes de que el sistema oficial de registro de la enfermedad profesional infravalora su impacto en España y en la Comunidad de Madrid….. pero veamos algunos datos que reflejan claramente esta subdeclaración:
En el año 2006 se declararon 1.110 enfermedades profesionales en Madrid y sin embargo, según un estudio realizado por ISTAS-CCOO, se estiman en 12.000 los casos incidentes reales. Esto significa que el 90% de las enfermedades profesionales no se registran y son asumidas como enfermedades comunes por el Sistema Público de Salud.
En lo referido a la mortalidad los datos son aún más increíbles, mientras que las estimaciones hablan de unos 1.700 casos anuales de fallecidos por enfermedades profesionales, el sistema oficial registra uno o ninguno.
Podemos decir que en el computo global de la siniestralidad laboral, las enfermedades profesionales no declaradas representan un 83 % y los accidentes un 17%.
Con esta situación de partida, el 1 de enero de 2007 entro en vigor un nuevo Real Decreto cuyo objetivo fundamental era hacer aflorar todas estas enfermedades. Pero, a pesar del esfuerzo realizado para pactar este decreto, así como de su espíritu renovador, los resultados no han sido los esperados.
Tras más de dos años de vigencia el Real Decreto 1299/2006 se ha mostrado totalmente ineficaz; no solo no se ha conseguido el objetivo marcado, sino que se ha profundizado aún más en la subdeclaración, impidiéndose en la práctica la elaboración de las estrategias preventivas necesarias que permitan la eliminación de los riesgos y la reducción de los daños a la salud.
Así, durante estos dos últimos años las enfermedades profesionales han seguido descendiendo y por eso en esta jornada queremos abordar los diferentes aspectos que pueden estar en el fondo de esta cuestión