Poemario “la tierra de los nadie. Nada es casual”
Estaba cansado el Indio. Tremendamente delgado. Sus movimientos lentos, su sonrisa desnuda, hablaban del dolor de una enfermedad que sus palabras sólo dejarían entrever. Pero Indio Juan crecía en la soledad del escenario. Allí arriba, delgado, cansado tras más de tres horas de homenaje, creció hasta la altura del hombre que ha dedicado su vida a alcanzar la sabiduría, aquella que sólo unos pocos consiguen y que consiste en amar a los nadie y dominar el lenguaje, el arte de la comunicación.
Sólo ha quedado una maltrecha cinta con las palabras que pronunció Indio Juan ante un auditorio de cerca de mil personas en el Homenaje “Es de Agradecer”, en el que tantos amigos y amigas habían participado, evocando recuerdos, cantando canciones, recitanto poemas.
Cuando me llamaron del Ayuntamiento de Lekunberri para comunicarme que había ganado un premio de poesía con el poemarioLA TIERRA DE LOS NADIE y me pidieron que enviara un prólogo para la edición del libro, pensé en Indio Juan y así se lo pedí a través de algunos amigos comunes. En pocos meses su estado de salud había empeorado. El duro tratamiento que seguía contra el mal que asediaba su “pequeño territorio palestino” era incompatible con otros males y su debilidad era ya extrema. Sólo Esperanza y unos pocos amigos acompañaban sus últimos momentos.
El dolor de su muerte nos golpeó pocos días después. Sabíamos que nos iba a golpear, pero no por ello fue menos duro no poder hacer nada contra la muerte del rapsoda, del hombre, del amante, del amigo.
Hubiera querido que Indio Juan escribiera este prólogo con esa capacidad que tenía de enseñar sin adiestrar, de comprender con la profunda ironía del misterio, de ser maestro sacando lo mejor que hay en el alumno.
Buena parte del poeta que me habita lo sembró el Indio en mí.
Por eso este prólogo es suyo y la transcripción de sus palabras, a veces inaudibles en la grabación, a veces quebradas, en su voz, por la emoción, es el mejor homenaje que hoy puedo rendirle.