El Gobierno de Madrid, el Gobierno de España, la cúpula patronal, la CEOE, están perdiendo la batalla de la explicación de la Reforma Laboral, del decretazo impuesto por Mariano Rajoy, 100 días antes de cumplir su periodo de gracia del que parece gozar cualquier gobierno.
Mira que se aplican a la defensa de la Reforma Laboral. Mira que Arturo Fernández, el cabeza visible de la patronal más ultramontana, se prodiga en tertulias. Y pese a ello, la ciudadanía, incluida la que votó PP, ha entendido perfectamente que esta reforma laboral abarata y facilita el despido y entrega todo el poder al empresario.
Cuanto más leen los contenidos de la Reforma Laboral, más entienden las personas que trabajan que su empleo está en vilo. Más entienden las personas paradas que no tendrán empleo. Más entienden nuestros jóvenes que no tendrán futuro. Más entiende la ciudadanía que somos los parientes pobres de la democracia, como diría Marcelino Camacho.
Por eso Gobierno y empresarios van a la segunda fase antihuelga. Van a intentar abrir el debate de los servicios mínimos.
No se puede contraponer el derecho de huelga con el derecho al trabajo, como de forma burda pretenden algunos políticos y empresarios. El derecho al trabajo, es el derecho constitucional a tener un trabajo con el que ganarse la vida. Un derecho que no se respeta ningún día del año para 5,3 millones de personas paradas, ni para cuantos tienen un trabajo precario que no garantiza un salario, ni una vida digna.
El derecho al trabajo, por ejemplo no se ve afectado por un día de huelga general, en el que el derecho a la huelga es el que debe ser protegido. Como el derecho a la educación no se ve afectado por no tener clase en domingo.
Así lo establecen reiteradamente los jueces que han dictado 30 sentencias en los últimos 12 años anulando servicios mínimos dictados por la Comunidad de Madrid en casos de huelgas. 20 de estas sentencias anulatorias se han producido durante el periodo de Gobierno de Esperanza Aguirre.
Las sentencias se producen años después de haberse realizado la huelga, anulan los servicios mínimos dictados, pero el libre ejercicio del derecho de huelga ha sido impedido sin consecuencias civiles, ni penales, para quienes decretaron servicios mínimos a sabiendas de que serían anulados.
Porque lo único que hay que preservar tal como mandata la Constitución en día de huelga, es el propio derecho de huelga y los servicios esenciales, es decir aquellos que hay que garantizar todos los días del año porque afectan a la seguridad o salud de las personas.
El que haya huelga no debe impedir que una persona enferma pueda verse atendida, que los delitos no puedan cometerse, o que un incendio sea apagado. Básicamente que funcione cuanto funciona un domingo o festivo para atender esas necesidades esenciales.
Queremos establecer estos servicios mínimos en servicios esenciales por acuerdo. El Gobierno de Esperanza Aguirre que en anteriores ocasiones ha endurecido los servicios mínimos, superando lo acordado en otros ámbitos, como el Ministerio de Fomento, ha adoptado una actitud negociadora que ha concluido en un Acuerdo razonable sobre servicios mínimos en servicios esenciales. Funcionara un tercio del Metro y una cuarta parte de los autobuses. La sanidad funcionará a nivel de domingo, respetando las pruebas y tratamientos de cáncer o de diálisis. Funcionarán los bomberos y en materia educativa los centros residenciales y un porcentaje de los centros que atienden a personas discapacitadas.
Hubiera sido irresponsable, decretar de nuevo, imponiendo unos servicios mínimos abusivos, a sabiendas de que serían posteriormente anulados por los tribunales. El Acuerdo alcanzado es muy razonable y contribuye a la sensatez y normalidad que debe presidir el ejercicio del derecho constitucional a la Huelga.
Francisco Javier López Martín
Secretario General de CCOO de Madrid
Está claro que “quieren acabar con todo”. Irresponsables ante la crisis, corresponsables de la destrucción de tres millones de puestos de trabajo, aprovechados ocasionales, vividores de la subvención, ‘besamanos’ del zapaterismo inútil y astuto,… es una larga y provechosa definición de lo que para nosotros son los sindicatos de clase españoles. En la actualidad ya no hay duda de su adocenamiento y de su inmovilismo. Se resisten a perder las tremendas prebendas de las que vienen disfrutando desde tiempo inmemorial, a la vez que se mofan del contribuyente.
“Quieren acabar con todo” estos sindicatos ‘vendidos’ al mejor pagador y al silencio cómplice durante el “septenio negro” del zapaterismo impopular. Un silencio y una complicidad que se han roto con la llegada al poder de la derecha ‘Mariana’; esa derecha que ha presenciado lo insólito de un sindicalismo caduco, vividor, podrido en sus estructuras y envejecido en sus planteamientos, hasta el punto de alcanzar la sinrazón ante una reforma laboral que genera esperanza entre los parados, ilusión en el empresariado, fortaleza entre los miembros del Gobierno y sospechas de mejora entre el propio sindicalismo vertical unificado. “Cuanto peor, mejor” es el lema del vejado sindicalismo clasista.
“Quieren acabar con todo” porque se sienten culpables de la destrucción de empleo y despilfarradores de miles de millones recibidos del erario público. Han preferido no escuchar al Gobierno y aventar que hay falta de diálogo social; un diálogo de sordos que a ellos interesa y propician. Hasta ellos mismo empiezan a convencerse de que con las políticas que pretenden UGT y CC.OO. el país va camino del destrozo total y del abismo seguro.
“Quieren acabar con todo” porque ven peligrar sus yates, sus sueldos millonarios, sus cruceros de vino y rosas, sus largas vacaciones incontroladas, su ‘patrimonio sindical’, sus ayudas sin control del Tribunal de Cuentas, sus coches oficiales y su poder para decidir con el dinero y el esfuerzo de otros. La huelga general es una irresponsabilidad sin precedentes, donde los perdedores deben ser los aprovechados sindicatos de clase, cuyo papel está devaluado y más que lo estará a partir del 29 de marzo. No cabe negociación con ellos porque no nos representan a los trabajadores, aunque sí parecen representar a los seguidores/trabajadores a los que engañan con facilidad. Creo en el sindicalismo pero no en el modelo cavernario que representan UGT y CC.OO.
“Quieren acabar con todo” y no soportan las acusaciones de traición a los trabajadores, dejadez hacia los parados y cercanía para comer de la mano del poder o de quien decida proporcionarles dinero, lujos y bienestar. Son socialistas de última generación; es decir, defensores del socialismo que desaparece cuando se termina el dinero de los demás.
“Quieren acabar con todo” porque el dedo acusador apunta hacia ellos. Son colaboradores y corresponsables del agujero en que nos encontramos y del daño al bienestar de los trabajadores. La prueba de ello es que ni en Europa se fían de la herencia dejada por Rodríguez Zapatero y sus dos vicepresidentes de ‘mamoneo incentivado’ (Méndez y Tocho). No olvidemos que la Comisión Europea ha enviado la semana pasada a sus inspectores para examinar las desastrosas cuentas públicas que han dejado los desgobiernos de Zapatero.
“Quieren acabar con todo” porque no pueden soportar que salga adelante una reforma laboral moderna y que cambia considerablemente el futuro de los sindicatos de clase. Poco a poco pierden liberados, generan más y más desconfianza, no soportan el enfrentamiento con los trabajadores y necesitan volver al redil borreguil, donde se encuentran con otros sectores de la izquierda radical más desprestigiada y arrinconada: la huelga general del día 29 de marzo. Hay algo que ha quedado claro: es urgente la aprobación de una ley que regule de huelga. No más privilegios a los sindicatos ¿obreros? NO a la huelga, porque no es el momento. España se levanta con trabajo y no con Juerga General.
“Quieren acabar con todo” porque han quedado como mentirosos ante sus afiliados y ante la ciudadanía en general. La hipocresía es su bandera; la desilusión es su aportación; las prebendas su ocio y el abandono al trabajador su pancarta. Y por si no era suficiente el desprecio que existe hacia ese tipo de sindicalismo, al unificar el aniversario del 11-M y la jornada de fiesta sindical han conseguido que la manifestación del domingo fuera obscena, prostituida, indecorosa y cruel.
No dejes de pinchar en el siguiente enlace. ¡Hay que enfrentarse a los piquetes con fuerza y con dignidad! No podemos permitir que los sindicatos obreros desprecien la democracia. UGT y CC.OO «quieren acabar con todo» pero no se lo vamos a consentir. Jesús Salamanca
http://gentedigital.es/comunidad/jesaal/2012/03/25/%C2%A1tienes-que-enfrentarse-a-los-piquetes-%C2%BFo-eres-cobarde/
A estas alturas habrás comprobado que la huelga ha sido pacífica y que los que llamas sindicatos obreros y lo somos, nos hemos comportado en la misma con absoluto respeto democrático.