La luz bate cada semana, incluso varias veces por semana, su record histórico de precio. Las grandes empresas del sector energético y hasta algunos miembros del gobierno y de la oposición se afanan en explicarnos que hay razones muy potentes que explican esas subidas desproporcionadas y que no tiene que ver con sus beneficios.
Unas veces culpan a los impuestos, otras a los costes de los derechos de emisión de dióxido de carbono, al mix energético, las diversas formas de producir electricidad y otras veces, muy a la italiana, claman a los cuatro vientos “porco governo”. Saben que, pase lo que pase, es un argumento potente que siempre cala.
Eso de culpar a los políticos de nuestros males, ignorando que los políticos son tan sólo lo mejor y lo peor de nosotros mismos, reflejado en los espejos deformados del callejón del Gato. Nuestros vicios, corruptelas y corrupciones. Nunca hemos dejado de ser el esperpento soñado por Valle-Inclán bajo las luces de una noche de bohemia.
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