Una ley de vivienda improbable

abril 13, 2023

A estas alturas de la legislatura todo parece indicar que es difícil, incluso improbable, abordar una ley de vivienda que quedó atascada hace años por las discrepancias entre los socios de la coalición de gobierno.

El derecho a la vivienda se ha concebido tradicionalmente en España como subsidiario del derecho al pelotazo. Ha sido siempre uno de esos derechos constitucionales de carácter social convertidos en nominales y que se ejercen con carácter graciable.

Dependerá de los presupuestos disponibles, de la voluntad de los gobiernos, de las grandes constructoras, de los promotores inmobiliarios y de hasta qué punto se decida poner la política al servicio de las personas, o de los negocios particulares de cada cual. Por eso, en nuestro país, el derecho a la vivienda es limitado y siempre sometido a intereses especulativos.

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El 24, Atocha

enero 24, 2023

Hoy es 24 de enero. Cuando leas este artículo, si es a primera hora de la mañana, sobre las 8´30 de la mañana, unos cuantos compañeros y compañeras se encontrarán visitando las tumbas de Francisco Javier Sauquillo y Enrique Valdelvira, en el cementerio de Carabanchel. Depositarán una corona de flores en cada tumba.

Poco después tomarán los coches y se encaminarán hacia el cementerio de San Isidro, el situado detrás de la Ermita de San Isidro, drente a la Pradera, sobre el Cerro de las Ánimas. El cementerio preferido por la más rancia aristocracia cortesana, los encumbrados militares, los grandes políticos, los inalcanzables artistas y la alta burguesía.

Allí, tras recorrer un camino jalonado de magníficos panteones y elegantes tumbas, depositarán un ramo de flores en la tumba de la familia Benavides Orgaz, donde se encuentra enterrado Luis Javier Benavides Orgaz, nieto del General Luis Orgaz Yoldi.

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Pandemia y cuidados

enero 19, 2022

La pandemia ha tenido algunas consecuencias positivas, por extraño que pueda parecer que de tanto desastre emane algo positivo. Quienes hemos padecido los procesos de confinamiento, amenazas de contagio, pérdidas de familiares y amigos cercanos, vacunaciones masivas, revacunaciones masivas, hemos recordado el valor de la vida humana y la importancia de la ayuda mutua y los cuidados de las personas.

Algo significará que una película como 100 días con la Tata haya merecido el Premio Forqué al Mejor Documental. Sin duda, se ha generado una cierta sensibilidad, probablemente transitoria, con respecto a las personas que viven en soledad, la carencia de asistencia y de cuidados absolutamente necesarios para mantener su calidad de vida.

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Yo soy comunista y voto izquierda

mayo 7, 2021

Lo mío con el comunismo viene de pura herencia genética. Unos nacen de derechas y otros nacemos de izquierdas. Luego nuestros caminos vitales pueden llevarnos por unos o por otros derroteros, pero nacemos de derechas, o de izquierdas. El actual rey nació de derechas y yo nací de izquierdas. Son cosas que pasan. Pueden cambiar a lo largo de la vida, pero hay que aceptarlas.

Soy nieto de un hombre del que no se conserva nada, o casi nada material, más allá de alguna foto y muy escasos documentos. Dejó a su mujer y a sus tres hijos para acudir a alistarse en el cuartel de milicianos a las órdenes de Enrique Líster, montado en su pueblo para frenar el avance franquista, que intentaba desbordar las defensas de la Sierra de Guadarrama.

Tras tres años de guerra le vieron pasar la frontera catalana, con los restos del ejército popular de la República para acabar encerrado en uno de esos campos de internamiento de refugiados improvisados en las playas mediterráneas. Lugares insanos, sin luz, sin agua, sin saneamientos, sin tiendas de campaña.

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Mayores supervivientes

diciembre 14, 2020

Se despierta definitivamente, porque dormir, lo que se dice dormir, sólo es un duermevela acompañado de lo que para ella son instantes de sueño profundo, aunque duren a veces una hora, o más. Se levanta nunca más allá de las 8 de la mañana, que ya lleva horas en la cama, desde que se acostara, nunca más tarde de las 11 de la noche.

Quedamos, por tanto, en que se levanta temprano, se asea, desayuna y se lía con las tareas de la casa. Aquí no hay un pequeño corral, ni un huerto, como en la casa de la infancia, sí unos cuantos tiestos en las ventanas y en la pequeña terraza, esto es un barrio del Sur, un precipitado de hormigones, cementos, ladrillos, asfaltos y de tanto en tanto, de largo en largo, unas cuantas plantas precarias, agrupadas en algo a lo que llaman parque, por decir algo, precarias como los trabajos, como las vidas.

Más tarde prepara su comida a base de verduras y legumbres, acompañadas con un poco de carne, algo de pescado. El Ayuntamiento le trae comida algunos días, pero ella ha ido recortando la demanda hasta dejarla en una entrega por semana, ración para dos días. No quiere perder el servicio por si un día lo necesita  más, pero prefiere hacerse su comida mientras pueda.

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Mayores como Paquita

noviembre 22, 2020

Hace ya tres años publicaba en este mismo espacio, al que los amigos de @infoLibre han decidido llamar Plaza Pública, una Carta abierta a Paquita. Me parecía que, con más de 90 años, esta mujer luchadora, perseverante y libre merecía unas cuantas palabras de agradecimiento.

Ella y toda esa generación que tuvo que bandearse y mantener el tipo en los dolorosos días de la guerra de España, la despiadada posguerra (Paquita visitaba a su padre en la cárcel en aquellos mismos días en los que mi madre visitaba a la suya en la cárcel de Ventas), la agotadora dictadura franquista, la insoportable represión y esa tan denostada transición, en la que consiguieron anteponer el huevo a cualquier fuero y pusieron los bueyes por delante de la carreta.

La generación de Paquita era la de las 13 Rosas, o la de María Luisa Suárez, la fundadora del primer despacho laboralista madrileño en la calle de la Cruz. Pegadas a sus faldas crecieron Lola González Ruiz, Cristina Almeida, Manuela Carmena, Begoña San José, y muchas mujeres como Paquita, Josefina y otras más jovencitas como Salce Elvira y su hermana Mari Cruz, Dolores Sancho y tantas otras, como la recientemente fallecida Susana López.

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2013 EL AÑO DEL OPROBIO

enero 9, 2014

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Es difícil decir algo sobre 2013 que no haya sido dicho ya. Pocos años habrán sido percibidos tan nefastos como el que acaba de terminar, pese a que no han faltado malos años en nuestra historia. Sin embargo, en muy pocas ocasiones hemos podido sentir que los cambios que se estaban produciendo, acelerados, vertiginosos, nos conducían a otro país. Un país que no sabemos cómo será, pero que intuimos que alguien está diseñando a nuestras espaldas.

Para mí también ha sido un año de profundos cambios. La Secretaría General de CCOO de Madrid, que ocupé hasta Enero, me parece, tras el año transcurrido, un lugar seguro, en el que la perspectiva tenía puntos de fuga reales a los que dirigir la vista en cada momento, a los que acudir para poner barreras, taponar grietas, frenar agresiones. Un lugar donde perder o ganar. Un lugar inmenso, pero acotado. Un territorio de frontera, pero de dimensiones aún humanas. Complicado, pero conocido.

Durante este año me he adentrado en un territorio nuevo. El de la formación profesional para el empleo. Soy maestro y el funcionamiento de la estructura educativa no me es ajeno. Sin embargo, la formación para el empleo es un subsistema que funciona como un submundo, con reglas propias y una arquitectura diseñada a lo largo de décadas, que hoy se ve sometida a los avatares de la crisis, no sólo económica, sino de empleo, social, política, cultural.

El modelo de formación para el empleo tiene muchas virtudes y no pocos problemas. Revisar el modelo, crear un nuevo marco para la formación de los trabajadores y trabajadoras a lo largo de toda la vida, sería una tarea urgente, pero lo urgente no siempre es prioritario en política y la política no goza de buena salud en nuestro país.

Ha sido duro. Y , sin embargo, lo peor con diferencia no ha consistido en aceptar un nuevo reto en tiempos difíciles, sino percibir que la crisis que atravesamos es mucho más que una crisis económica al uso, más dura y más larga que otras anteriores. Percibir que el mundo que hemos vivido y conocido, afronta uno de esos procesos de transformación histórica que lo convierte en irreconocible y que abre un escenario nuevo de imprevisibles consecuencias. Un mundo globalizado frente al que los Gobiernos, los Estados, los pueblos, tienen poco margen de maniobra y los instrumentos de gobierno internacionales se muestran impotentes.

Por lo pronto, el destrozo económico que ha producido la crisis, ha fracturado el mercado de trabajo hasta límites intolerables. El paro frente al empleo, el temporal frente al fijo, el becario frente a todos. El empleado púbico frente al privado. El autónomo frente al asalariado. En todos los casos los salarios se reducen, las condiciones de trabajo empeoran, las posibilidades de encontrar un empleo para los que carecen del mismo son cada día menores, las posibilidades de perderlo para cuantos lo han conservado han crecido de forma desproporcionada. La temporalidad, la precariedad, la inseguridad en los derechos laborales, parecen convertirse en el paradigma de la modernidad que se avecina.

Mientras tanto, los recortes sociales han conseguido que servicios esenciales para el bienestar de la ciudadanía se hayan visto no sólo recortados, sino sometidos a los flujos de los intereses privados. La sanidad, la educación, los servicios sociales, la atención a nuestros mayores, el acceso a la cultura, que considerábamos como logros conseguidos durante largos procesos de movilización y negociación, de construcción democrática, se ven sometidos a la reglas inexorables de los mercados.

Las libertades públicas, los derechos individuales, para reunirse, concentrarse, manifestarse. El derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo. Hasta el derecho a fumarse un canuto de marihuana, se ven limitados y sometidos a ancestrales principios del nacionalcatolicismo. Retrocedemos a pasos de gigante hacia los últimos puestos de la Unión Europea en los derechos laborales, sociales, de ciudadanía.

La especulación, la corrupción, la puerta giratoria que pone en comunicación constante la política y los intereses empresariales, la falta de transparencia, el tráfico de influencias y de información, en aras de conseguir más riqueza, más poder. Los largos años dedicados a construir un espejismo de riqueza basado en el alto consumo interno, el endeudamiento infinito, el crecimiento especulativo del sector inmobiliario y de los precios de la vivienda, hicieron el resto y hoy pasan factura.

Algo muy grave tiene que haber pasado en el corazón de este país para que las ansias de riqueza, el todo vale para conseguir el poder del dinero, el amor al poder, se hayan convertido en valores admirables y admirados. Algo muy grave tiene que haber ocurrido para que el beneficio fácil y especulativo prevalezca sobre el estudio, el esfuerzo, el trabajo de cada día. Algo debe haber nublado este rincón de Europa que lamamos España, para que tanta gente de alta estirpe y de baja estopa, de alta cuna y de baja cama, hayan creído que la impunidad podía presidir sus comportamientos especulativos, sus tráficos de influencias, sus fraudes a la Hacienda, sus correos dando cuenta y presumiendo de sus actuaciones mafiosas.

Así llegaron estos largos años de crisis. Así nos ha golpeado sin clemencia y con brutalidad inusitada. Así ha terminado este año 2013, este año del oprobio, mientras hay quien anuncia que 2014 será el año de la recuperación de la economía. Parece ser que hemos tocado suelo, e iniciamos una larga y lenta recuperación, en la que lo último que volveremos a tener será empleo y, para cuando éste retorne, será temporal, precario, inseguro, mal pagado y sin derechos. Así de simple, así de terrible.

Paradójicamente, quienes más dicen amar a España, están alentando todo el individualismo necesario, produciendo todas las fracturas precisas, dibujando todos los puntos de fuga posibles y  levantando todas las murallas infranqueables, para impedir cualquier intento de reconstrucción, o para que esa reconstrucción se produzca bajo los designios de una nueva burbuja especulativa, en un nuevo modelo económico y social, en el que los pueblos hayan perdido todas las bazas para gobernar y tan siquiera limitar, las fuerzas de una economía de consumo globalizado.

El destino no está escrito, pero si queremos elegir y decidir nuestro destino, deberemos sumar mucha sensatez, mucha voluntad, mucho trabajo, mucha flexibilidad en las ideas y una cultura de la honestidad, a prueba de bombas, de la que no andamos sobrados. No lo tenemos fácil. En primer lugar porque muchos de nuestros males son estructurales, forman parte de cuanto hemos acuñado como país. Y en segundo lugar porque nos encaminamos hacia un mundo desconocido, donde muchas de las experiencias pasadas nos servirán de poco.

Pero de nuestra decisión de hoy, dependerá el futuro de nuestras hijas y nuestros hijos. De nosotros y nosotras depende que ese futuro desconocido vaya naciendo bajo el signo de los derechos de ciudadanía, o sometidos a la marca del oprobio. Un futuro de las personas, o un futuro de opresión de las libertades. Es la hora de tomar las riendas y la palabra.

Francisco Javier López Martín.