El mundo está cambiando aceleradamente. El poder económico se ha redistribuido, la tecnología se ha globalizado y los equilibrios geopolíticos se han roto. Con todo, el mayor riesgo creo que se encuentra en saber en qué nos convertiremos dentro de muy poco tiempo, como personas y como especie. Cómo pensaremos, qué esclavitudes aceptaremos como normales, qué conciencia guiará nuestros pasos.
Basta asistir al virulento debate sobre la gestación subrogada, los vientres de alquiler, la clonación de seres humanos, para entender que el transhumanismo disfrazado ahora de posthumanismo y su aceptación de una naturaleza humana líquida, plástica, hecha de elementos naturales y componentes artificiales facilitados por medios técnicos ya disponibles, al menos para los que cuentan con el dinero necesario, serán el eje del debate al que nos enfrentaremos.
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