Así de discretos y prudentes son nuestros mayores. Me siento apartado por los bancos, dice ese hombre de cerca de 80 años que ha recogido cerca de 200.000 firmas en unos pocos días para reclamar un trato más humano en las sucursales bancarias.
Y no es que nuestros mayores no se esfuercen en aprender a bandearse con la nuevas tecnologías. Intentan pillarle el truco al móvil con un esfuerzo inaudito, no tocar teclas que desactivan el sonido, o que lo dejan comunicando durante horas. Intentan por todos los medios cumplir a rajatabla el principio de nuestro recientemente desaparecido Joan Margarit,
-Esto consiste en vivir, reproducirse y molestar lo menos posible.
Se despierta definitivamente, porque dormir, lo que se dice dormir, sólo es un duermevela acompañado de lo que para ella son instantes de sueño profundo, aunque duren a veces una hora, o más. Se levanta nunca más allá de las 8 de la mañana, que ya lleva horas en la cama, desde que se acostara, nunca más tarde de las 11 de la noche.
Quedamos, por tanto, en que se levanta temprano, se asea, desayuna y se lía con las tareas de la casa. Aquí no hay un pequeño corral, ni un huerto, como en la casa de la infancia, sí unos cuantos tiestos en las ventanas y en la pequeña terraza, esto es un barrio del Sur, un precipitado de hormigones, cementos, ladrillos, asfaltos y de tanto en tanto, de largo en largo, unas cuantas plantas precarias, agrupadas en algo a lo que llaman parque, por decir algo, precarias como los trabajos, como las vidas.
Más tarde prepara su comida a base de verduras y legumbres, acompañadas con un poco de carne, algo de pescado. El Ayuntamiento le trae comida algunos días, pero ella ha ido recortando la demanda hasta dejarla en una entrega por semana, ración para dos días. No quiere perder el servicio por si un día lo necesita más, pero prefiere hacerse su comida mientras pueda.
Vivimos tiempos de clausura decretada en la administración española, que obliga a recurrir al torno conventual para comprar cualquier servicio, pedir cita previa, llamar a infinidad de teléfonos que no contestan y que cuando lo hacen, ocasionalmente, nos permiten escuchar una voz digital metálica que nunca te lleva a ninguna parte, nunca te ofrece solución alguna, más allá del vuelva usted mañana, llame usted más tarde.
De pronto creí entender
(fue como una iluminación repentina)
que si tengo firma digital puedo realizar un montón de gestiones oficiales que me podrían ahorrar el disgusto de las llamadas al vacío, entablar diálogos de besugo sordo con máquinas inteligentes entrenadas para la distracción, la tortura del torno. Pero no.
Para empezar, la tramitación online del famoso certificado es sólo accesible a internautas nivel usuario avanzado. Para empezar hay que descargarse navegadores de versiones anteriores al que tienes descargado y actualizado, no cualquier navegador funciona, hay que tener paciencia, teclear lo mismo muchas veces, hasta que después de muchos tutoriales y ensayos, alguien con Inteligencia Artificial, se acuerda de ti y te da el visto bueno.
Se ha hablado mucho, he hablado mucho, he escrito bastante, sobre el brutal golpe de la pandemia, las muertes de personas mayores en residencias, en sus domicilios, sobre las evidentes insuficiencias y alarmantes debilidades de nuestra sociedad, de nuestros sistemas de protección social y de atención a la dependencia, a las personas que más nos necesitan.
Nuestros mayores han sido las primeras y principales víctimas de ésta pandemia, quienes han perdido sus vidas, si tomamos en cuenta que el 95 por ciento de las personas fallecidas tiene más de 60 años. El covid-19 ha sido cruel con las personas mayores en lo inmediato, pero creo que, cuando la pandemia pase de largo, no serán nuestros mayores las quienes sufran las peores consecuencias que nos deje.
Ciertamente la generación de los milennial lo ha pasado mal para abrirse camino y situarse en un mundo cada vez más complejo, endurecido y competitivo (no confundir con competente), han vivido profundos cambios tecnológicos, han pasado la frontera del siglo y del milenio, sus miembros comenzaban a tomar el relevo generacional, especialmente desde que se desencadenaron las primaveras árabes en el Norte de Africa, desde el Sahara a la plaza Tahrir en El Cairo, el 15-M español, los indignados franceses, Occupy Wall Street, Chile, Colombia, México, las aplastadas expresiones de descontento en China, o la plaza Syntagma en Atenas. Lee el resto de esta entrada »
El Coronavirus ha puesto a prueba la resistencia, la calidad y la fortaleza de la protección social en nuestro país. La atención a las situaciones de dependencia, sin ir más lejos, ha demostrado sus carencias, insuficiencias, debilidades y escasas fortalezas. Estamos ante una red de protección condenada a la precariedad, sin procesos de cualificación permanente, infradotada económicamente y entregada a los intereses del negocio privado.
El valor de la atención a la dependencia depende de la importancia que concedamos al trabajo de quienes realizan esas tareas y desde los primeros momentos de la pandemia hemos comprobado cómo se prestaba atención mediática a los hospitales, a los centros de salud, a sus profesionales, a los cuales aplaudíamos desde las ventanas cada tarde. Lee el resto de esta entrada »
Se pongan como se pongan y aunque salga el sol por Antequera, Madrid se ha convertido en capital europea del COVID-19. La segunda oleada de la pandemia ha pillado al gobierno madrileño sin haber aprendido nada y sin haber hecho los deberes. De nada vale que vayan dando los datos al ritmo más favorable, de forma que un día hay mucha incidencia y al siguiente se rebaja notablemente, porque cuenten como cuenten estamos a la cabeza de Europa.
De nada sirve que se hagan tests con criterios más restrictivos para que, haciendo menos pruebas aparezcan menos casos. Hagan lo que hagan seguimos en cabeza del desastre. En toda España van mal, pero en Madrid mal que peor. Lee el resto de esta entrada »
Me preocupa la izquierda, la que es necesaria para afrontar estos momentos difíciles, no sólo para España, sino para Europa y para todo el planeta. Algo está cambiando muy deprisa, demasiado deprisa en el mundo. La crisis económica inaugurada por Lehman Brothers nos demostró que el capitalismo ha llegado a un estadio depredador en el que sólo puede avanzar sobre la miseria, la pobreza, la desigualdad y la precariedad de miles de millones de vidas y de empleos.
La izquierda enfrentada al reto de un modelo de crecimiento mundial que nos ha arrastrado por un itinerario tortuoso hacia el cumplimiento de la profecía de Karl Marx, de quien hace un par de años celebrábamos el 200 aniversario, según la cual el capitalismo lo destruye todo, hasta su propia base social. La base social y el sustento del género humano, en un planeta que amenaza con seguir adelante, pero sin nosotros.
La izquierda que no puede dejar de acudir a taponar el agujero por el que se están colando entre nosotros las sucesivas oleadas de virus que, cada vez con mayor frecuencia, amenazan vidas, también las de los seres humanos. Nos ha pasado como a Pedro con el lobo, han sido tantos los virus que han precedido al COVID-19 que cuando ha llegado pensamos que, una vez más, pasaría dejando un rastro de enfermedad y muerte, pero con el rabo entre las piernas, grave error disfrazado con traje de soberbia y prepotencia. Lee el resto de esta entrada »
España contabiliza más 825.000 casos de coronavirus y cerca de 32.500 personas fallecidas en lo que llevamos de pandemia. De estos datos Madrid acumula 256.000 casos y más de 9.600 personas muertas. Casi el 95% de las personas fallecidas son mayores de 60 años y más del 86% son mayores de 70.
Hemos asistido al caso dramático de las residencias de personas mayores. Unas 20.650 personas han fallecido en residencias de toda España, de las cuales más de 6.000 corresponden a residencias de Madrid. Nadie podía haber esperado un golpe tan duro.
Había quienes anunciaban que el encadenamiento de pandemias en los últimos tiempos presagiaba el desencadenamiento de un golpe sanitario de consecuencias muy duras, pero en estas cosas los seres humanos tendemos a comportarnos como quien vive junto a un volcán pensando que nunca entrará en erupción, o como quien vive junto al mar pensando que un terremoto nunca provocará un tsunami. Ocurre cada mucho tiempo, pero termina ocurriendo. Lee el resto de esta entrada »
Vivimos más años, pero eso no significa que vivamos mejor. La pandemia nos ha demostrado que la vida de nuestras personas mayores estaba en peligro y no teníamos con qué defenderla. En el caso de España más del 95% de las personas fallecidas por coronavirus tenían más de 60 años.
Tal vez, antes de la tormenta, podríamos haber pensado en hacer fáciles los días de sus vidas, pero convertimos en negocios sus años. Dimos la espalda a la vejez, a la muerte y nos volcamos en la vida eterna mientras dure, mientras dure el dinero y la juventud, o al menos el gimnasio y la clínica dermoestética, o la cirugía plástica, mientras el cuerpo aguante.
Quiero pensar que hemos aprendido, pero es posible y más que probable que no sea así, por eso vamos a necesitar aprender a escuchar entre tanto ruido, escuchar a las personas, escuchar a las personas mayores. Claro que necesitamos nuevos productos farmacéuticos, claro que vamos a necesitar mucha tecnología médica puntera, cada uno de esos inventos necesita abundante inversión que debe ser recuperada con precios extraordinariamente altos. Pero sobre todo vamos a necesitar que la innovación, la investigación y la inversión acudan deprisa a tapar el hueco de la atención personal de las personas mayores. Lee el resto de esta entrada »
La Confederación Sindical Internacional (CSI-ITUC), conmemora cada 7 de octubre la JMDT (Jornada Mundial del Trabajo Decente). Hay que recordar que la International Trade Union Confederation (ITUC-CSI) nació en Viena el 1 de noviembre del año 2006 para aglutinar a dos de las tres grandes organizaciones sindicales mundiales: la CIOSL (Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres) y la CMT (Confederación Mundial del Trabajo).
Los orígenes de los cientos de organizaciones nacionales integradas en la nueva Internacional del Trabajo eran muy diversos y plurales, desde los sindicatos laicos, a los socialistas, cristianos, o progresistas. Necesitaban un momento anual en el que reivindicar aquello que les había unido: el trabajo de calidad, con derechos, seguro, sin riesgos, lo llamaron Trabajo Decente y eligieron el 7 de octubre de 2008 como primera Jornada Mundial para reivindicar los derechos del trabajo. Lee el resto de esta entrada »