Sobrecualificación y subempleo en Europa

febrero 22, 2016

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“Sueñan las pulgas con comprarse un perro”, comienza el poema de los Nadies de Eduardo Galeano. Y sueñan algunos empresarios con contratar a trabajadoras y trabajadoras, buenos, bonitos, baratos, temporales y precarios. La crisis económica se lo ha puesto fácil, al provocar altos niveles de desempleo.

Y pese a esta situación dramática del empleo, en Europa, uno de cada tres empresarios dice tener dificultades para encontrar trabajadores y el 40 por ciento manifiesta que no encuentran personas con la cualificación que necesitan.

Curiosamente, muchos de estos empresarios consideran que hasta los recién licenciados en las universidades tienen escasa preparación. Esta visión puede conducir a justificar una enseñanza, en todos sus niveles, sometida a los intereses de las empresas y que descuide el derecho de la persona a elegir su educación. Lo primero es una necesidad de la economía, lo segundo un derecho de la persona, de toda persona. Ambas cosas deberían convivir, sin sometimiento absoluto a los desafíos de la economía,

La verdad es que la preparación de nuestros jóvenes no explica la existencia de altas tasas de paro, ni los problemas para encontrar personas cualificadas para determinados empleos. En Europa, un 21% de los trabajadores y trabajadoras tienen un bajo nivel de estudios, mientras que los puestos de trabajo para estas personas se encuentran en el 12%. Aquí ya hay un desajuste importante.

Por el contrario, mientras que el 56% de los empleos disponibles exigen un nivel medio de cualificación, el porcentaje de trabajadoras y trabajadores con niveles medios de cualificación es 10 puntos inferior, es decir el 46%.

Por último, el nivel de personas con alto nivel de estudios se encuentra en el 33%, cuando el 32% de los puestos de trabajo requieren ese nivel. Esta situación explica, en parte, que un 29% de los trabajadores altamente cualificados terminen realizando trabajos que requieren titulaciones de nivel medio, o bajo, generando un debate sobre la sobrecualificación.

Si se tratase de una situación coyuntural, estaríamos ante un problema acotado en el tiempo; pero la realidad es que, con una crisis prolongada, el desajuste de las competencias con los puestos de trabajo puede ser causante de problemas sociales y económicos. Entre otras cosas, porque una persona sobrecualificada, nunca se sentirá satisfecha con su sueldo y su puesto de trabajo. Tampoco con la precariedad creada por la crisis, por más que eso sea un problema generalizado. Además, si no se consigue corregir, la sobrecualificación puede convertirse en una trampa que atrapa a la persona en puestos de trabajo que no aprovechan sus capacidades.

En cualquier caso, a estas alturas, parece claro que la falta de cualificación no explica los altos niveles de paro. Simplemente, con los mismos niveles de cualificación, hoy los puestos de trabajo a cubrir son un 25% inferiores a los de 2008.

Es también muy preocupante que la salida de la crisis en Europa, tomando en cuenta el crecimiento del empleo, se está produciendo de manera desigual, a dos velocidades. Los propios empresarios reconocen que la evolución de la demanda es mucho más determinante que la cualificación, a la hora de valorar el aumento o disminución de la producción.

Algunos elementos que deberíamos tomar en cuenta para corregir el problema de desajustes entre competencias y empleo, tienen que ver con la necesidad de que empresas programen actuaciones de formación, para que la cualificación inicial se ajuste al puesto de trabajo. No basta quejarse de falta de experiencia de los nuevos trabajadores. Hay que suplirla mediante formación dual en la empresa, que combine el empleo y el aprendizaje.

Otro elemento importante es apostar por las competencias sociales y no sólo por las habilidades concretas de cada puesto de trabajo. La preparación para el trabajo en equipo, las relaciones personales, las habilidades de comunicación, o la capacidad de resolver problemas, son cada vez más importantes para el buen funcionamiento de una empresa. Esto requiere un buen clima y compromiso entre los responsables de la empresa y las organizaciones sindicales, cosa a la que los empresarios, aun menos los españoles, están poco acostumbrados.

Un buen número de las ofertas de empleo de las empresas vienen marcadas por ofertas con bajos salarios, malas condiciones de trabajo, no cuidar las condiciones de movilidad laboral, e incluso la poca o nula información a sus trabajadores.

Para corregir el problema, lo primero es tomar conciencia de que es una demanda laboral débil lo que produce los desajustes en las competencias y no al contrario, como algunos economistas y expertos tertulianos intentan hacernos creer. Es bueno acercar la formación a los centros de trabajo y a las nuevas necesidades de competencias, pero no lo es someter la educación a un proceso de sometimiento a los mercados.

La siguiente clave es que los empresarios intenten aceptar que una empresa la componen ellos, con su inversión y los trabajadores y trabajadoras con su cualificación y capacidades. Un proyecto colectivo construido por personas y no una fuente de beneficios empresariales a cualquier precio.

Sólo desde la cooperación entre empresarios, sindicatos y gobiernos (en nuestro caso central, autonómicos y locales), podemos mejorar la calidad del empleo, a través del desarrollo de la formación profesional, en todos sus niveles, ya sea en sus niveles más elementales de corta duración, hasta la formación superior.

Una tarea que debe completarse con una cada vez mejor información sobre la evolución del empleo, que nos permita anticiparnos a las nuevas necesidades y con una mejora de la orientación laboral. El reforzamiento de los servicios públicos de empleo, que actualmente se ven imposibilitados para intermediar entre las necesidades de las empresas y los trabajadores y trabajadoras en paro, o que intentan mejorar su empleo. Estas funciones esenciales de las políticas públicas de empleo, se han convertido en fuente inagotable de negocio privado.

No serán nuevas reformas laborales, ni nuevas vueltas de tuerca en el recorte de los derechos de los trabajadores y trabajadoras, las que corrijan esta situación. Muy al contrario, acabarán por agravarla. Tras las reformas laborales y recortes de derechos, tenemos en Europa más de 25 millones de personas desempleadas (una de cada cinco, en España) y 2 millones de puestos de trabajo sin cubrir. Tenemos más de 20 millones de personas subempleadas cuyo horizonte es el desánimo laboral. En total, casi 46 millones de ciudadanos y ciudadanas europeos en el paro o el subempleo.

El futuro de nuestras empresas y de nuestra economía, no sólo en España, sino en toda Europa. El propio futuro de nuestra convivencia y la calidad de nuestra democracia, dependen, en este momento, de la capacidad que demostremos los partidos políticos, las organizaciones empresariales, los sindicatos, la sociedad organizada, para afrontar y superar la crisis, creando empleo de calidad y asegurando, entre otras cosas, la igualdad de oportunidades de las personas para desarrollar sus competencias. Porque sin igualdad no hay futuro. Sin igualdad, la libertad es una mera declaración de intenciones sin sustento real.
Francisco Javier López Martín


CARTA ABIERTA A LOS FISCALES. NO SON 8, SOMOS MILLONES

febrero 15, 2016

CARTA A LOS FISCALES

Señorías,

En nuestro país se están celebrado procesos judiciales que serían inconcebibles en cualquier otro país democrático. Más de 300 sindicalistas se enfrentan a juicios por haber participado en huelgas algo largo de los últimos años. Permítanme definirlo como una causa general contra el sindicalismo español. El último de ellos, en la localidad madrileña de Getafe, cuna de la aviación española y sede, desde 1923, de la empresa Construcciones Aeronáuticas (CASA) que, desde 1999, se integró en el grupo europeo aeroespacial EADS. Lee el resto de esta entrada »