La FP en su laberinto

septiembre 26, 2023

El porcentaje de titulados superiores españoles es mucho mayor que en Europa. Sus problemas para encontrar empleo son mucho mayores que en la mayoría de los países de la Unión.  Hay quienes achacan el problema a esa ineficaz e ineficiente, a veces inexistente, relación entre las empresas y los centros educativos de Formación Profesional (FP) y de la universidad.

Algo de eso hay cuando nuestras empresas son incapaces de beneficiarse de las capacidades y cualificaciones de nuestros universitarios y nuestros titulados en FP para mejorar sus servicios, sus productos, su capacidad de innovación. Sería un esfuerzo que sindicatos, empresarios y gobiernos deberían acometer sin tardanza y cuanto antes. Un reto que debería abordarse apartándolo de las tensiones políticas, económicas, o sociales, de cada momento.

Los organismos europeos nos llaman constantemente la atención para que mejoremos nuestra formación, para facilitar la formación permanente a lo largo de toda la vida y para facilitar los cambios, las transformaciones, la movilidad de las personas que trabajan.

Sin embargo, nuestros niveles de personas adultas participando en procesos de Formación Permanente se sitúan en el 11% y siguen por debajo de la media europea y muy lejos del objetivo del 25% en los próximos dos años, objetivo al que apuntan tanto desde el Parlamento Europeo, como  el propio Consejo de Europa.

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La igualdad de las cuatro lenguas

septiembre 26, 2023

Comienza a haber algo deshonesto, impúdico y un pelín obsceno en la política española. Basta comprobar cómo el candidato a la investidura se convierte en líder de la oposición para evitar que el actual Presidente en funciones consiga ser candidato cuando él termine por fracasar en su disparatado intento.

Ocurren estas cosas cuando alguien se empeña en alcanzar el poder cuando no ha sido merecedor de él. El candidato se encuentra difuminado porque, más allá del ruido que pueda, quiera, o intente hacer, con el apoyo de los cubículos de algunos expresidentes arbitrarios y volubles.

Ruido en los salones de desayunos que despiertan a la clase ociosa madrileña en hoteles de renombre, cada mañana. Ruido, como en los viejos tiempos, en los cuartos de banderas de los adinerados. Ya lo decía Oscar Wilde.

-Todo en el mundo es sobre sexo, excepto el sexo. El sexo es poder.

Este intento permanente para que la verdad sea el resultado de una tergiversación constante de los datos disponibles, de los aireados, de la ocultación de los no deseados, comienza a crear una cultura de la mentira, que amenaza con extenderse entre el conjunto de una población que se va acostumbrando a poner oídos tan sólo a lo que quiere oír.

Nadie en su sano juicio debería creer que el Partido Socialista se vaya a prestar a destruir España, con tal de que su actual Secretario General se mantenga en el poder. Creo que cualquier “cesión” que pudiera producirse a Cataluña, se vería inmediatamente correspondida con similares tratamientos para el resto de Comunidades Autónomas.

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Los árboles de la vida

septiembre 26, 2023

Es evidente que muchos de nuestros gobernantes han encontrado en la política
una forma de vida y han convertido su permanencia en el cargo en un objetivo
irrenunciable, anhelado, al que dedican todo su esfuerzo diario y ya sabemos
que cuando vuelcas todo tu esfuerzo en conseguir algo y al cualquier precio, es
muy difícil que no lo consigas.
Saben estos nuestros gobernantes madrileños que uno de los métodos más
eficaces es no dejar nunca desatendidos a los poderosos. Ahí tenemos la foto
de Almeida con Florentino, cediendo a precio aparcamientos por los cuales el
Real Madrid obtendrá cuantiosos beneficios, superiores a los 560 millones de
euros.
Sin embargo el Ayuntamiento y la Comunidad saben que el maltrato a los
ciudadanos no tiene costes electorales. Se veía venir hace años, la pandemia
lo impuso y tras la pandemia se convirtió en costumbre. Los madrileños
parecen haber aceptado con resignación que, gobierne quien gobierne,
cometerá tropelías por las que no perderá ni un solo voto.
Por eso Almeida, junto a Ayuso se aprestan a talar árboles a diestro y siniestro.
Total en los últimos años Madrid ha perdido 78.000 árboles convirtiendo a la
capital en una de las peores islas de calor de Europa. El 20 por ciento de los
árboles de Madrid, en perfecto estado, han sido talados para encementar y
hormigonar calles y plazas.
Algunas vecinas y vecinos protestan por las talas indiscriminadas en los
distritos de Retiro, Arganzuela, Madrid Río, o Parque de Comillas, y se
manifiestan cada vez más masivamente contra los efectos indeseables de la
ampliación de la línea 11 de Metro, pero Almeida les contesta con su habitual
chulería con los súbditos, que se vayan a protestar a la ministra de Transportes
que también va a talar árboles en Atocha.
Es cierto que la ministra en cuestión está gafada en las actuaciones derivadas
de su cargo, levantando inútiles vallas que no evitan los ruidos en Atocha,
dejando las cercanías a su libre albedrío, o talando 300 árboles en operaciones
en las estaciones de Atocha y Aluche. Pero ha sido Almeida el que ha
autorizado esas operaciones de tala de árboles.
Los consejeros del gobierno de Ayuso, tapan las vergüenzas de Almeida y el
susodicho cubre las espaldas de la Presidenta. Los primeros justifican las talas
del Ayuntamiento de Madrid y concejales de urbanismo como Borja Carabante
defienden que las manifestaciones vecinales son puro “postureo político” de la
izquierda.
Tan sólo se cortan un poco cuando topan con organismo internacionales como
la UNESCO que les afea la intención de construir un macro-parking de 800
plazas bajo el hospital del Niño Jesús, justo frente al Retiro, en pleno Paisaje
de la Luz, recientemente declarado Patrimonio de la Humanidad.
Tras la queja de la UNESCO, Almeida da un tímido paso atrás y se muestra
dispuesto a moderar los destrozos de su sierra mecánica y los consejeros de

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Cambios del trabajo en un mundo capitalista

septiembre 26, 2023

Nos dicen que el mundo en general y el mundo del trabajo en particular, se han convertido en algo flexible. El mundo capitalista, el único existente, la sociedad de consumo, son tan flexibles que nos dejan ser libres siempre que podamos comprar a tumba abierta, lo que queramos, la marca que más nos apetezca, eso sí, pasando al final por caja.

Los avances sociales, los derechos adquiridos, son claramente prescindibles para estos profetas del fin del trabajo, para esos agoreros de la cultura del ocio. Los avances en materia de crecimiento económico, de crecimiento del número de puestos de trabajo y descenso del paro, son compatibles con el deterioro de la calidad del empleo, su inseguridad, su temporalidad, al tiempo que los derechos disminuyen y son cuestionados, a base de bajos salarios y largas e irregulares jornadas laborales.

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Nuestra sierra es la elección

septiembre 13, 2023

 

Eso fue para nosotros Allende y su gente, nuestra Sierra Maestra convertida en inmensa urna electoral. Hay que recordar que éramos muy jóvenes, extremadamente jóvenes. Y que vivíamos en una dictadura mortecina, que olía a decadencia, a difunto, a mal sueño, pero una dictadura que conservaba toda su capacidad de seguir matando hasta el final y hasta más allá de la muerte, la suya de dictador, las que aún nos arrebataría en lugares como Atocha.

Habíamos visto hasta aquellos días cómo el imperialismo soviético acababa con experiencias democratizadoras como la que intentaron los checos de Alexander Dubcek, con su socialismo de rostro humano, como una docena de años antes había aplastado los mismos intentos en Budapest.

Aquellos soviéticos no eran los únicos, ni los más abundantes, por cierto, en lo que a represión se refiere. Conocíamos la larga, e interminable, lista de países latinoamerícanos, desde Chile a Nicaragua, desde Argentina a El Salvador, pasando por Paraguay, Perú, Bolivia, Brasil, Guatemala, Uruguay, Ecuador, Colombia, Venezuela, Honduras y otros tantos países, hasta las caribeñas República Dominicana, o Cuba, en manos de dictadores militares promovidos y apoyados por los Estados Unidos. Lee el resto de esta entrada »


Turistificación

septiembre 13, 2023

Todo el mundo se afana por encontrar el camino que conduce al futuro. Un
futuro incierto, inestable, amenazador, pero futuro al fin. En todos los rincones
del mundo, pensamos que el atractivo turístico es la clave que nos
permitirá poner en marcha el motor que nos ha de llevar a un futuro de empleo,
desarrollo económico y bienestar de las personas y sus familias.
En España el turismo va camino de generar más de un 12 por ciento del PIB
nacional, superando los 160.000 millones de euros de actividad y creando
cerca de 3 millones de empleos. La llegada del COVID supuso un duro golpe
para el sector, pero la salida de la pandemia ha producido una acelerada
recuperación que ha aportado el 61 por ciento del conjunto del crecimiento
económico español en el último año.  
La historia del turismo es larga en nuestro país. Fuimos desde siempre un país
exótico y atractivo para escritores, pintores y músicos de toda Europa. Una
historia que se acelera desde que el franquismo optó por enviar españoles
fuera de la patria para traer dinero fresco, divisas, moneda extranjera que
equilibrase nuestra deficitaria balanza de pagos.
Una operación política y económica del desarrollismo que se vio acompañada
de la conversión de nuestras playas en balnearios baratos para extranjeros,
especialmente para los alemanes, nórdicos, e ingleses, que no pueden contar
en sus países con el sol, el agua caliente y la diversión garantizada que aquí
podemos ofrecerles. 
El turismo de masas y a menudo de borrachera, los abrevaderos
multitudinarios, las construcciones a pie de playa, se convirtieron en el otro
poderoso motor de nuestro crecimiento económico. De allí salieron los dineros
para pagar un desarrollo económico desequilibrado y descompensado, a falta
de un desarrollo de los derechos civiles.
Más tarde los nativos de interior también quisimos tener casita en la playa. Era
aquello todo un símbolo, una demostración palpable, de la buena salud
financiera de cada familia. Desde entonces y salvo momentos excepcionales
como la pandemia, el negocio turístico no ha hecho sino crecer.
Si en 1960 nos visitaban algo más de 6 millones de turistas extranjeros, en el
1970 se habían multiplicado por 4 y en 1990 eran ya más de 50 millones y casi
75 millones en el 2000. Justo antes de la pandemia ya nos visitaban más de 83
millones de visitantes al año. Cifras a las que volvemos a acercamos
paulatinamente en los dos últimos años.
Tal vez debimos tomar nota de las consecuencias que tendría un crecimiento
tan brutal del turismo. Tal vez deberíamos haber tomado en cuenta los riesgos
que comportaba poner todos los huevos en la misma cesta, la de la
especulación y la borrachera del dinero circulando por las autovías costeras.
Hemos superado crisis como la provocada por el sistema financiero en 2008.
Hemos salido de la crisis que trajo la pandemia y nos empeñamos en volver a
repetir la fiesta y el desparramo, como si el cambio climático no existiera y

como si fuera normal el hecho de que la mitad de la humanidad (más de 4000
millones de personas) tome un avión cada año.
Acabo de escuchar en la radio que los científicos de la NASA nos advierten de
que nuestro país superará pronto el record de los 50 grados centígrados. La
explicación es que los gases de efecto invernadero provocan este
calentamiento y, puesto que seguimos emitiendo gases a la atmósfera, no hay
razón para pensar que las temperaturas no van a seguir subiendo.
La consecuencia será que las olas de calor serán más frecuentes, lo cual no
impedirá que las nevadas puedan ser a la vez más intensas, al tiempo que las
playas se nos irán quedando sin arena y las urbanizaciones cercanas a la costa
sufrirán frecuentes inundaciones.
De nada parecen servir las cada día más frecuentes movilizaciones de una
ciudadanía que ve venir el desastre, que ve sus barrios y sus pueblos
convertidos en lugares inhabitables, a golpe de gentrificación, gentificación y
turistificación.
Conceptos que podríamos resumir en mantener y empecinarse en un modelo
incompatible con el desarrollo humano, insostenible, depredador y que conduce
al colapso previo a la extinción. Lo del nuevo modelo productivo, nos queda
muy lejos por el momento, pero nadie quiere verlo, porque los humanos no
vemos lo que tenemos ante nuestros ojos, sino lo que queremos ver
No querremos verlo, pero es lo que hay. Vivimos en el filo de una navaja como
si nada.


Danas, Filomenas y alcaldes

septiembre 13, 2023

Hay que irse acostumbrando. Cada vez con más frecuencia sufriremos olas de
calor y episodios de lluvias, nevadas intempestivas, Filomenas. Lo quieran o no
los negacionistas al uso, sea culpa completamente de la acción humana, o sea
causado por la propia naturaleza, el hecho es que el cambio climático es ya
incuestionable.
Siempre hay quien se gana la vida apostando si son galgos o podencos
aquellos que vienen con intención de devorarnos. Tampoco faltan quienes
aprovechan cada desastre en acción para desencadenar las críticas contra sus
adversarios como si de enemigos irredentos se tratara.
Es lo que parece haber ocurrido con el alcalde Almeida, lanzando sus dardos
contra la AEMET, la Agencia de Meteorología, como si aquellos que intentan
desentrañar los misterios de una DANA, cualquier DANA, siempre cambiante,
caprichosa y pendenciera, fueran los culpables de la suspensión del partido de
su equipo de futbol.
Y todo porque la susodicha AEMET es un organismo del Estado. Se ve en esto
el distorsionado sentido de Estado de algunos políticos, que terminan
confundiendo Estado con Administración del Estado y los organismos estatales
con el Consejo de Ministros del gobierno de turno.
Debería saber Almeida que el Presidente de AEMET es elegido por el
gobierno, pero que el actual Presidente, Miguel Angel López, fue designado por
un Consejo de Ministros del PP y previamente había sido Director General de
Función Pública de la Comunidad de Madrid.
Con anterioridad había prestado servicios en numerosos organismos del
Estadol a lo largo der su larga carrera administrativa como funcionario del
Cuerpo Superior de la Administración Civil del Estado, lo cual no le ha impedido
desempeñar numerosos cargos en la Administración territorial y en la militar.
No han sido los trabajadores de AEMET los que se han equivocado. Es que la
Naturaleza no es “afinable” hasta el grado deseable por el Alcalde y una alerta
roja termina descargando las cantidades de lluvia previstas, desencadenando
los vientos anunciados, o destruyendo bienes materiales y vidas humanas
irrecuperables, aunque no siempre en el punto del GPS que le viene bien a
cada cual.
Bastante más lista que el regidor madrileño, la Presidenta Ayuso se ha
apresurado a agradecer a la AEMET los servicios prestados y pedir
inmediatamente después al gobierno de Sánchez la declaración de zona
catastrófica esgrimiendo las 17.000 llamadas, los cerca de 1800 incidentes
registrados y las cerca de 1200 intervenciones que, tan sólo los bomberos, han
tenido que realizar.
Más le valdría al alcalde de Madrid y a otras autoridades, como la propia
ministra de Transportes, la del colapso ferroviario, que hubieran tomado buena
nota de Filomena y adoptado las medidas necesarias para que dos años y
medio después los ferrocarriles, las carreteras, los túneles, las calles, no

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El Tamayazo rompió España

septiembre 13, 2023

Decía Ramón Gómez de la Serna, nuestro incansable inventor de las famosas
gregerías,

-Una piedra arrojada en la Puerta del Sol mueve ondas concéntricas en toda la
laguna de España.
Una evidencia y una profecía que casi siempre se cumple. Unas veces para
bien y la mayoría de las veces para mal. Madrid se ha convertido, con
demasiada frecuencia, en un mal ejemplo para el resto de territorios. Los
errores cometidos en Madrid quieren ser imitados en todo el país.
Si una gobernante irresponsable como Ayuso, siguiendo las enseñanzas de su
listísima pero sectarísima madrina de todas las ranas, decide bajar impuestos a
toda costa, el resto de España, sea cual sea su signo político, sigue su camino
y cada gobernante cantonal se dedica a anunciar bajadas de impuestos,
aunque como consecuencia de ello, haya que desmontar todos los sistemas
públicos de protección.
Es un vicio histórico que viene de lejos. En el Madrid capitalino y
desindustrilizado, en pleno siglo XIX, la Regente María Cristina instaba a los
empresarios,
-Puesto que Madrid no tiene industria, hagamos industria del suelo.
Parece frase ocurrente, pero aquello de hacer negocio a base de traficar con
suelo fue el pistoletazo de salida para todos los pelotazos inmobiliarios
cometidos desde entonces en todos los rincones del país. Pudo haberlo dicho
de otra manera,
-Para qué vamos a invertir recursos cuantiosos de largo recorrido y dudoso
éxito en la industria, si podemos ganar ingentes masas de dinero a base de
jugar con el valor del suelo, la construcción, la promoción inmobiliaria.
Así surgieron los famosos ensanches, los cambios de calificación de suelos
para convertir terrenos rurales en solares urbanizables, las corrupciones en
forma de maletines acarreados entre despachos privados y despachos
oficiales, las posteriores compras de concesiones de colegios, residencias de
mayores, hospitales y universidades. Los famosos casos Lezo, Púnica y otros
tantos, inventados casi siempre en Madrid y tan magistralmente ejecutados en
otros lugares como Valencia.
En España vivimos hace décadas un proceso de Transición política que, sin
embargo, no tuvo su equivalente económico. Las élites económicas del
franquismo dieron cabida a los nuevos actores procedentes de los nuevos
partidos políticos, pero el núcleo esencial y primigenio quedó intacto.
Aquello debió de formar parte de lo no escrito, de lo tácito, en el famoso Pacto
Constitucional, porque lo cierto es que había mucho que ganar y eran muchos
los que se apuntaron a ganarlo.
Desde entonces nuestra base industrial no ha crecido mucho. Nuestro sector
agrario tampoco. Los efectivos destinados a la construcción tampoco. Lo que sí
tenemos es un sector de servicios cada vez más grande. Servicios

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El futuro del empleo

septiembre 13, 2023

Siempre que aparece un problema aparentemente irresoluble alguien evoca el
mantra de la Formación como la gran solución. Todos saben que la formación
es parte de la solución y del propio problema, pero invocar su nombre permite
renunciar a cualquier otra intervención y depositar todas las esperanzas en una
cesta que, por sí misma, no va a solucionar el problema.
Es verdad que las transformaciones del mundo del trabajo hacen inevitable que
las cualificaciones terminen siendo distintas. La formación deberá, por lo tanto,
cambiar. Pero estos cambios no permitirán que el trabajo deje de ser un trabajo
de mierda, a la manera en que el recientemente fallecido David Graeber lo
formuló.
Mientras tanto las instituciones educativas han relegado su papel formativo
para anteponer su papel de empleabilidad. El número de empleos conseguidos
por los egresados de una universidad se convierte en objetivo prioritario. La
inserción laboral en un mercado cambiante y competitivo se convierte en lo
más de lo más.
Se crean departamentos, vicerrectorados, servicios de empleo, oficinas
especializadas que enumeran los contenidos específicos y trasversales que
hay que desarrollar para que los nuevos titulados encuentren muchos y
abundantes empleos en un tiempo mínimo.
Las nuevas formas de producción son ingobernables a nivel nacional, o
regional, se producen en contextos poblacionales que forman parte de eso que
se ha denominado nuevas formas de globalización. No importa lo que hoy
sepas porque no servirá para mañana. Lo importante es contar con personas
capaces de adaptarse rápidamente a cada cambio inesperado.
La formación es un proceso continuo, una necesidad, un proyecto de vida, que
incluye la formación básica, inicial y la recualificación que se mantendrá a lo
largo de toda la vida. Hasta los jubilados son un campo de experimentación
para esta nueva formación. Las personas mayores deben ser digitalizadas
aceleradamente y adquirir nuevas competencias al servicio de la
mercantilización de la vida.
El problema es que eso que llamamos nueva globalización se ha asentado en
los bajos costes de los transportes y las comunicaciones internacionales. Las
industrias y la distribución se deslocalizaron con bajos costes. Pero ese
proceso se ha agotado, es irrepetible, no volverá.
Las cadenas globales que buscaban romper los procesos productivos para
disminuir los costes laborales ya no siempre son rentables, mientras los
responsables de estas decisiones se muestran incapaces de prevenir los
desastres que se anuncian en el horizonte, como no vieron venir el golpe de la
crisis financiera de 2008.
Las Naciones Unidas han enunciado los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en
el marco de la Agenda 2030. Entre esos Objetivos no podía faltar el de una

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