Marcos Ana

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Intervención de Javier López, en el encuentro con Marcos Ana.
Gracias a, Juan Diego Botto, Amparo Climent, gracias a los compañeros y compañeras de la Unión de Actores. Jorge Bosso no sois de los nuestros, sois nosotros.
Este domingo conocíamos la desaparición de Mercedes Sosa y este mismo martes perdíamos a Pepe Jiménez de Parga. No hace tanto, en este mismo salón rendíamos homenajes a Manolo López, uno de nuestros más queridos abogados de cabecera y a Benito Barrera, que fuera Secretario General de nuestra Federación de Transportes y luego de la de Pensionistas.

Hoy, felizmente, no rendimos homenaje a nadie. Presentamos un libro y mantenemos un encuentro. Aunque nadie puede impedirnos que, aprovechando ambas circunstancias, reconozcamos, agradezcamos y felicitemos, en nombre de todos los trabajadores madrileños, al autor, no sólo por el libro, sino y sobre todo, por la vida.

Se me ocurre que Marcos Ana comparte con Mercedes Sosa el deseo de vida. Que el libro que hoy presentamos no es más que otra manera de cantar el Gracias a la Vida que tantas veces escuchamos en su voz. Que Marcos Ana encuentra en esa pasión agradecida por la vida un enlace con esa otra vida dura de la autora de la canción, Violeta Parra. Como para ella el amor a la vida no es gratis. Tiene un alto coste. No es un regalo, es un ejercicio de voluntad, un trabajo costoso, una obra bien hecha.

Violeta y Mercedes, cantando junto a Joan Baez, el Gracias a la Vida. La conexión americana de la lucha por las libertades. La carta de Pablo Neruda a un Marcos Ana recién liberado. Qué pequeña y poca luz para la sombra de España, dice Pablo. Para continuar a reglón seguido: Desde aquellos días en que perdimos -los pueblos y los poetas- la guerra, perdimos también todos gran parte de la poesía y muchos perdieron o la vida o la libertad. Y advierte Neruda, sales a respirar la pobre libertad española. Porque de eso se trataba de abandonar una celda para ingresar en la inmensa prisión de España.

Poco podía imaginar Neruda, que doce años después sería escoltado a la tumba por soldados, armados con ametralladoras, que acaban de dar un golpe de Estado y derrocar, condenar a muerte, a Salvador Allende. Poco podría imaginar que sus libros serían quemados y su casa saqueada por los admiradores de aquel a quien León Felipe definió como el sapo iscariote y ladrón:

El sapo iscariote y ladrón
en la silla del juez,
repartiendo castigos y premios
¡En nombre de Cristo
con la efigie de Cristo
prendida en el pecho! …
(…)
Ya no hay locos, amigos, ya no hay locos.
Se murió aquel manchego,
aquel estrafalario
fantasma del desierto,
y … ¡ni en España hay locos!
Todo el mundo está cuerdo,
terrible,
monstruosamente cuerdo
.

No quedaba otro camino para Marcos Ana que marchar a Francia, al exilio, y con el Partido Comunista organizar el apoyo a los presos políticos del franquismo, organizar la solidaridad de los trabajadores de la cultura francesa junto a otros Pablos, en este caso Picasso.

Y de nuevo la conexión latinoamericana en la lucha contra las dictaduras Chilena y Argentina.

El próximo miércoles, en este mismo auditorio Marcelino Camacho nos reencontramos con las venas abiertas de América Latina. Con Eduardo Galiano

Manolo López dedicó sus últimos años a escribir un libro, también de memorias, titulado Mañana a las once en la Plaza de la Cebada. Jiménez de Parga era más de cultura oral y sus recuerdos permanecen en la memoria de su infinita lista de amigos.

Pero, curiosamente, las memorias de Manolo, de Marcos, los recuerdos de Pepe, se detienen, cuando mucho, en el asesinato de los Abogados de Atocha, en la Semana Santa de 1977. El Sábado Santo. El día de la legalización del Partido Comunista.

Anuncia Marcos Ana en sus Reflexiones Finales: No sé si tendré tiempo para prolongarlas y para asumir los numerosos compromisos que me rodean. Sigo viviendo en una vorágine.

Pepe o Manolo podrían suscribir letra por letra las palabras de Marcos Ana: “Todavía se sigue teorizando sobre si la transición fue proporcional a la lucha y al sacrificio, al precio que pagamos en prisión y sangre para poner fin a la Dictadura. Sin duda alguna no lo fue. Ni a la justicia histórica. Ni a la gran esperanza legal y democrática de restaurar la República. Pero la política es el arte de lo posible y en definitiva de la relación de fuerzas que exista en un momento determinado. La Historia nos seguirá juzgando”.

No me digáis que no suena al “eppur si muove” de Galileo, tras tener que abjurar ante el Santo Oficio de su defensa de la teoría copernicana. Y sin embargo se mueve. La tierra gira en torno al Sol, la vida sigue abriéndose camino y se abre paso entre las rendijas y las grietas del asfalto.

La vida tiene sentido pese a tanta muerte. Tal vez por eso termina mostrándonos cómo es un árbol utilizando los versos de su camarada y amigo Nazim Hikmet, quien después de pasar trece años en las cárceles turcas, presidió el Consejo Mundial de la Paz, que concedió la Medalla de Oro de la Paz a los presos políticos españoles: Dos vidas llenas de paralelismos que confluyen en el poema que cierra el libro.

Has de saber morir por los hombres,
y además por hombres que quizá nunca viste,
y además sin que nadie te obligue a hacerlo,
y además sabiendo que la cosa más real y más bella es vivir.

Gracias compañero Marcos Ana por este encuentro. Gracias por tu libro. Gracias por tu vida, por tu poesía. Porque su sol y su aire, siempre abierta como el mar, con sus noches y sus días, la lluvia azul, la tarde, el rojo pan de la aurora, mueve, conmueve, remueve, convoca nuestras vidas.

Marcos, no cabía aquí un árbol de 89 años, pero queremos que este árbol te acompañe y te reciba cada vez que retornes de tus largos viajes. Que te recuerde nuestra gratitud, nuestro afecto, nuestros deseos de vida, de vida digna y decente, como la tuya.

Tus poemas se leen hoy en toda España. De tus carceleros sólo queda el horror de sus actos. Gracias Marcos
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Francisco Javier López Martín
Secretario General CCOO de Madrid

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