Hubo un tiempo, allá por los 70 y 80 del siglo pasado, en el que los trabajadores gritaban en sus manifestaciones,
-¡El hijo del obrero a la universidad!
Eran aquellos tiempos en los que, al igual que en cualquier revolución, desde la francesa para acá, una clase social reclamaba presencia, protagonismo, es decir participar en el reparto del poder económico y político, conseguir reconocimiento y protagonismo social.
La universidad ha sido siempre, desde sus primeros inicios medievales, un centro de adquisición, e intercambio de saber, de construcción intelectual del conocimiento. La universidad era concebida como el lugar donde se formaban las élites dirigentes de una sociedad.
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